Tania Romojaro y Olga Rodríguez, Voluntarias en Prisiones

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    Tania Romojaro y Olga Rodríguez son voluntarias en el proyecto Re_Conéctate de Fundación Esplai, una iniciativa basada en el enfoque restaurativo de la Justicia que pretende avanzar en el esfuerzo por cambiar la forma de entender la preparación para la vida en libertad y el tratamiento penitenciario en segundo grado de personas reclusas. En concreto, las acciones que se están realizando en Madrid III-Valdemoro son talleres, procesos formativos en dos ámbitos que consideramos cruciales hoy en día: La capacitación digital y la adquisición de competencias personales y sociales para el reencuentro con la familia.

    Para la puesta en marcha y desarrollo de este proyecto se cuenta con la participación de un grupo de personas voluntarias que provienen de los cursos sobre “Educación y prisión” de la Escuela de Animación y Educación en el Tiempo Libre de la Comunidad de Madrid. Estos voluntarios y voluntarias reciben formación especializada en la Escuela de Animación, además de pasar por un proceso de formación específica sobre las tareas concretas a realizar en el proyecto Re_Conéctate.

    Tania Romojaro y Olga Rodríguez nos cuentan su experiencia.

    ¿Por qué sois voluntarias en este proyecto?

    Hace dos años decidimos hacer un curso de justicia restaurativa – “Educación y prisión desde un enfoque restaurativo de la justicia juvenil”, organizado por la Dirección de Juventud y Deporte de la CAM – en el cual nos conocimos y tuvimos la suerte de conocer también a Enrique Arnanz y Virginia Pareja, y nos gustaron mucho como profesores y su forma de entender la prisión. Después del curso, hace casi un año, nos hicieron la propuesta de formar parte de este proyecto y decidimos colaborar, ya que nos quedamos con muchas ganas de conocer más sobre la vida en prisión.

    Inicialmente por nuestras formaciones profesionales – Psicología e Integración Social – tenemos un interés por este colectivo, el cual tiene muy poca importancia y visibilidad para la sociedad. Quizás nuestra percepción es diferente por tenerlo más cercano, pero la prisión puede servir de termómetro de qué sociedad estamos creando. Si los recursos en los centros penitenciarios fueran mejores y de más calidad, la sociedad en su conjunto sería mejor. Pero sobre todo creemos que la prisión debe ser un espacio reeducativo, no sólo punitivo. Nosotras vamos cada sábado para poder aportar nuestro granito de arena e intentar colaborar para crear una sociedad mejor.

    ¿Qué es lo que más valoráis de esta experiencia?

    Sin duda la posibilidad de acercar la realidad que existe fuera a los presos, llevarles un poquito de “calle”. Es muy importante para su reinserción el que puedan aprender a vivir con responsabilidad en una sociedad que tristemente dibujamos muy lejana a ellos. Hacerles partícipes de las actividades y ver cómo progresan, cómo se sienten útiles y poco a poco se van empoderando como personas y como grupo, ya que muchas veces se sirven de apoyo entre ellos, lo cual es también muy reconfortante.

    También valoramos y sobre todo valoran mucho el trato de tú a tú, sin las restricciones y diferenciaciones que se llevan a cabo con el funcionariado. En nuestra actividad se corta por completo ese tipo de comunicación y relación de desequilibrio y se mantiene una relación normalizada que se podría dar en cualquier actividad impartida en la calle. En ese rato somos solo personas, sin estigmas, sin diferencias, iguales, y eso allí, tiene mucha fuerza y rompe todas las barreras con ellos.

    ¿Qué le diríais a otras personas para que se animarán a hacer un voluntariado de este tipo?

    Es una experiencia que te enriquece mucho. Tanto por tus compañeros y compañeras, como por los participantes – reclusos – en la actividad. Te da la oportunidad de conocer de primera mano un contexto que es bastante inaccesible, y especialmente como futuro/a profesional del ámbito social es una gran oportunidad. Y ya a nivel más personal, sentir que lo que haces, por poco que sea para ti, para ellos tiene un valor inmenso y así te lo demuestran, es muy gratificante y bonito.

    Creemos que este tipo de voluntariado en prisiones tiene de especial el que las actividades que realizamos los/las voluntarios/as – sean del tipo que sean – son para las personas privadas de libertad, un espacio de esparcimiento donde pueden relacionarse con personas de la calle y de otros módulos, aprender algo nuevo, tratar con gente que viene del exterior de una manera distendida, respetuosa y cercana, cosa que para ellos no es muy habitual pero sí muy importante, ya que les saca de su rutina y les aporta aire fresco. Y sentir que formas parte de algo tan importante para ellos es muy reconfortante.

    Tania Romojaro Pérez, 22 años, Psicóloga
    Olga Rodríguez Barreiro, 25 años, Integradora Social
    Voluntarias del Proyecto Reconéctate en el Centro Penitenciario Madrid III (Valdemoro)

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