Entrevista a Eduardo Cozar Rubio asociación CONCAES

Durante el año 2023, Fundación Esplai dinamiza el Debate del Tercer Sector entorno al tema de la «Justicia Educativa y el Tercer Sector en el ámbito penitenciario». Hemos entrevistado a diferentes personas expertas que nos aportan su visión y propuestas sobre diferentes aspectos de la intervención en los centros penitenciarios. Reproducimos la entrevista a Eduardo Cozar Rubio asociación CONCAES

Diplomado en Ciencias Empresariales por la Universidad Complutense de Madrid y mediador, dirige la asociación Concaes desde el 2012, una entidad que se dedica las personas afectadas por el delito con intervención en más de 35 centros de cumplimiento de 8 comunidades autónomas. Su vinculación a la organización se remonta al año 1998, en el que comenzó a visitar prisiones. Desde entonces participa en el diseño y desarrollo de proyectos de justicia restaurativa, mujeres reclusas, personas mayores en prisión y módulos conflictivos, entre otros.

  • Desde tu experiencia personal y profesional, y desde el trabajo que desarrolla tu organización en el medio penitenciario, ¿crees que es apropiado considerar la prisión como un espacio educativo? ¿Qué condiciones deben darse para que así sea?

En mi opinión, quizás el término educativo podría generar cierto celo, e implicaría por parte de las personas reclusas una voluntariedad en ser educadas, así como unas capacidades en las personas que intervienen para llegar a educar. Por ello igual me decantaría por posibilitar que las prisiones fuesen un espacio de aprendizaje, entendiéndolo desde su significado psicológico como la adquisición por la práctica de una conducta duradera.

Para dicho aprendizaje, una condición sería que la prisión sea vista como un lugar de paso, como reza el artículo 25 de la Constitución Española, donde desde la institución se cuide, además de las obligaciones, el cumplimiento de todos los derechos y beneficios de las personas encarceladas. Que aumente por parte de ellas la confianza en la institución, y de este modo se estimule la participación y dicho aprendizaje. Otra condición podría ser convertir los centros penitenciarios en lugares pacíficos, donde se trabajan hábitos de convivencia extrapolables a la realidad exterior, evitando la infantilización y estimulando la responsabilización de sus acciones en estas personas.

  • Entendemos que, en el siglo XXI, en el tercer milenio, las prisiones deberían ser cada vez más espacios terapéuticos y educativos. ¿Cómo podemos avanzar en este sentido?, y ¿qué le falta a nuestro sistema penitenciario para conseguirlo

Haciendo un seguimiento cercano y personal, donde se estimule y motive ese aprendizaje desde el principio de la condena, y que se planifique y trabaje con ella cómo será el cumplimiento para que el momento de puesta en libertad sea lo más apropiado y positivo posible. Para constituir ese espacio, sería necesaria esa relación de confianza en cuanto a las propuestas de la institución y las respuestas al trabajo y las acciones de las personas reclusas, si no solo será un tiempo encerrado como un simple castigo, como una misma medicina para todas las condenas. Estas personas podrían trabajar la responsabilidad, hacerse cargo del delito que han cometido, poner cara al daño que han causado a víctimas, a su propia familia y a la comunidad a la que pertenecen, y empezar a trabajar en cómo arreglar en lo posible aquello que hicieron, enfrentarse a ello, y ver cómo van a hacer para que no vuelva a suceder y aportar lo mejor de sí a una sociedad a la que pertenece.

Simplemente cumplir tiempo en un lugar hostil no cambia las cosas hacia donde nos interesa que se produzca el cambio, y vemos las prisiones llenas de personas desmotivadas, que piensan que hagan lo que hagan no va a cambiar nada, se infantilizan sus conductas porque todo se les da hecho, no se hacen responsables ni de sus acciones del día a día, y se limitan a esperar que pase ese tiempo.

Esto también es una responsabilidad de la sociedad y de la ciudadanía, es algo de lo que nos tenemos que preocupar y en lo que hemos de optimizar nuestros recursos. Hemos de ser también protagonistas, estar presentes dentro de los centros penitenciarios, a través del Tercer Sector, de un modo organizado y eficiente, para formar parte del día a día, y trasladar la realidad social dentro de los centros, porque es la misma realidad que ve la persona cuando termina su condena.

Muy importante también es estar en ese momento de salida de prisión, para muchas personas el más complejo. Es totalmente necesario crear y apoyar redes y servicios postpenitenciarios de asistencia y cuidado de estas personas, hemos de acompañar en ese tiempo de adaptación, de reencuentro, que resulta muy difícil e interesa a todas las partes facilitar.

 

  • ¿Qué papel juegan en este cambio de perspectiva los y las profesionales que trabajan en el ámbito penitenciario?

Sin duda las y los profesionales que trabajan en el ámbito penitenciario juegan un papel principal en las intervenciones, que mejorarían sensiblemente si se les proporcionaran más y mejores recursos, y especialmente cuanto mejor formadas y capacitadas lleguen a estar. Creo que des- empeñarían un papel protagonista en este cambio de perspectiva, y podría ser positivo poner el foco en la importancia de que esos trabajos se desempeñen desde una responsabilidad social y una especial sensibilidad, si lo que lo que nos marcamos es el difícil reto de que el tiempo que las personas pasan privadas de libertad sea un tiempo de aprendizaje, donde se generen cambios de conductas delictivas y hábitos de convivencia positivos y pacíficos.

  • ¿Qué aportan las entidades colaboradoras externas, nuestras organizaciones, a la dimensión educativa del tratamiento penitenciario?

Somos la sociedad y la ciudadanía dentro de las cárceles que aportamos esa diversidad que hay en la sociedad, una diversidad que se traslada en el gran abanico de progra- mas que llevamos a cabo, y que enriquece el tratamiento penitenciario. Aportamos una atención individualizada, trabajando para la persona. Aportamos mucha innovación dentro de la institución penitenciaria, a través de los diferentes programas que las entidades del Tercer Sector vamos proponiendo; además de frescura, calle, cariño y otras cosas más que a todas las personas de todas las entidades nos dicen cuándo vamos a prisión o cuando nos escriben; algo de ello habrá. Todas estas cosas son buenas para esa perspectiva de aprendizaje, y por parte de las entidades implica que seamos cuidadosas con las normas, con nuestras limitaciones y con las sensibilidades de las personas, porque en ocasiones podemos convertirnos en un problema dentro de la intervención. Lo cierto es que cada vez hay más iniciativas de trabajo en red, como Rosep, proyectos presentados y trabajados conjuntamente, seguimientos y acompañamientos de personas entre varias entidades, y esto nos permite llegar más lejos, a más personas y me- jorar como entidades.

  • ¿Cuál es tu valoración del tratamiento que hacen los medios de comunicación de los temas mediáticos? ¿Qué ideas puedes aportar para hacer llegar a la opinión pública las iniciativas, los proyectos y las historias de vida tan inspiradoras a las que llegamos desde nuestras organizaciones?

Si es necesaria esa responsabilidad en la persona reclusa, en la institución penitenciaria, en las personas que trabajan en el contexto penitenciario, y también en la ciudadanía, también es muy necesaria una responsabilidad social en los medios de comunicación. Entristece cuando nos encontramos con que esta realidad es noticia porque entra alguna celebridad en prisión, o por el morbo que generan algunos delitos. La manera de mostrarlo parece que es desde el espectá- culo, otras veces como si fuese un éxito de nuestra sociedad y como si con que esas personas se pudriesen en la cárcel se hubiese solucionado el problema, ya podemos celebrarlo y dormir mejor.

Se debería informar de un modo más responsable, teniendo presente a la hora de dar estas noticias todo el dolor que hay detrás del delito, toda la gente a la que ha afectado y afecta, todas las personas que hay trabajando para que el sistema judicial y penal funcione mejor, para que esta sociedad sea mejor. Esto también es cosa de los medios. El cómo hacerlo no es sencillo, llevamos años tratando de influir en ello. Deberíamos ser capaces de dar con los mensajes apropiados, ser capaces de mostrar esas experiencias de vida que vemos cada día, que son las que nos motivan a seguir cuando vemos lo difícil que es todo, lo que cuesta cambiar las cosas, y desde ahí ir calando en la sociedad como lluvia fina. No me imagino que este tipo de noticias aparezcan en grandes titulares, la verdad, sería algo realmente bonito y mucho habríamos cambiado, parece que este entorno penitenciario y del delito es más para minorías, a pesar de que nos pertenece a todas y a todos.

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