Elsa Moya comparte con nosotros su experiencia:
En mi voluntariado en prisiones he aprendido cosas sobre los internos que me pasaban inadvertidas: su necesidad de conexión con la realidad o de una conversación amable.
Se necesitan más actividades como las Aulas de Cultura que Solidarios para el Desarrollo organiza en prisiones desde hace más de 25 años -aquí es donde soy voluntaria-. Los internos necesitan esa conexión con la realidad. Necesitan conversar y que les escuchen. Necesitan expresar cómo están viviendo y las emociones que sienten en su rutina diaria, algo que, a la vez, sirve para que más personas conozcan la realidad carcelaria desde otra mirada.
He ido aprendiendo cosas que pasaban inadvertidas por mi cabeza, como la pérdida de visión a larga distancia que los internos sufren al tener horizontes cerrados, el miedo a que la sociedad avance más rápido que ellos, la importancia de una mano en el hombro, el sonido de una risa familiar, una mirada de afecto, una conversación amable o los olores olvidados como la colonia.
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