Entrevista a Manuel Villaverde Manso. Funcionario del Cuerpo de Ayudantes de Instituciones Penitenciarias.

Durante el año 2023, Fundación Esplai dinamiza el Debate del Tercer Sector entorno al tema de la «Justicia Educativa y el Tercer Sector en el ámbito penitenciario». Hemos entrevistado a diferentes personas expertas que nos aportan su visión y propuestas sobre diferentes aspectos de la intervención en los centros penitenciarios. Reproducimos la entrevista a Manuel Villaverde Manso, Funcionario del Cuerpo de Ayudantes de Instituciones Penitenciarias 

Funcionario del Cuerpo de Ayudantes de Instituciones Penitenciarias desde el año 1995. Li- cenciado en Psicología Clínica por la UNED. Ha desarrollado la mayor parte de su vida laboral como funcionario de vigilancia interior en prisiones, en diferentes centros. Desde el año 1998 trabaja en el Centro Penitenciario de Teixeiro y desde 2014 ocupa el puesto de educador en la UTE-Unidad Terapéutica y Educativa, desde la que desarrolla su labor por distintas unidades.
  • ¿Crees apropiado hablar de la prisión como de un espacio educativo?
Desde mi punto de vista, y con la situación actual que vive el sistema penitenciario español, hace tiempo que es apropiado hablar de que la prisión va encaminada a ser parte del sistema educativo; es más, en estos momentos funciona como un espacio educativo como tal, es un largo camino que ha comenzado hace años y que es irreversible, tanto por sus resultados como por la cantidad de profesionales que creen en el mismo. El sistema educativo formal está presente en las escuelas de nuestros centros penitenciarios, la cada vez mayor oferta de enseñanza reglada no deja de aumentar, y los estudios básicos, universitarios, de idiomas y otros muchos forman parte de la vida cotidiana de una prisión española. Si a esto le unimos la cantidad de cursos y programas que realizan en nuestros centros las ONG colaboradoras estamos ante una oferta académica y de formación sin precedentes en nuestro sistema penitenciario.

Animar y encauzar a los internos/as a subirse al carro de la educación es una tarea inherente a todas las personas trabajadoras penitenciarias. Como profesional, y a lo largo de mi vida laboral, he observado que el pensamiento de las personas privadas de libertad ha ido evolucionando a lo largo de los años. A este respecto, si hace unas décadas existían muy pocos internos/as que demostrasen inquietudes distintas a dejar correr el tiempo en un patio, en estos momentos, y con la oferta académica creciendo exponencialmente, la concienciación por parte de la población re- clusa también lo hace, la demanda para acceder a la misma alcanza cifras de récord, y el trabajo de motivación por parte de los equipos de tratamiento y demás profesionales está dando su fruto. Ejemplo de ello se manifiesta en cada una de las revisiones de grado que se hacen a los internos/ as cada seis meses, en la que se establece en su PIT (Programa Individualizado de Tratamiento) la mejora del nivel educativo como actividad prioritaria, en donde se valoran y puntúan sus avances académicos y se les motiva para realizar alguno de los cursos que ofrece el centro penitenciario.

Hoy día, las sinergias que se han generado en el ámbito educativo en nuestros centros penitenciarios han cambiado el sistema y la forma de pensar y trabajar de internos/as y de trabajadores/as penitenciarios, ofreciendo desde mi punto de vista una conclusión: el tratamiento y la reinserción de las personas privadas de libertad pasan por mejorar su nivel educativo.

 

  • ¿Que las prisiones sean espacios educativos es una utopía, o estamos en el camino que nos acerca a este objetivo?
En el año 95, cuando empecé a trabajar, tal vez el concepto de centro penitenciario como espacio educativo parecería una utopía; 28 años después es el camino. En mi opinión, uno de los factores que determinaron esta vía fue la implantación en nuestras prisiones de los módulos de respeto y de las UTE (Unidades Terapéuticas y Educativas), en ellos tengo la referencia de cuál sería el concepto de un módulo educativo integral. Como experiencia personal, después de pasar dos años destinado como educador en la UTE de este centro, ahora desarrollo mi labor en el Módulo Mixto Nelson Mandela, módulo de respeto y preparación para la vida en libertad. En él trabajan a horario completo un Equipo de Inclusión de la Xunta de Galicia (pedagoga, trabajadora social y técnico medio de inclusión social), una psicóloga, un trabajador social penitenciario y yo mismo como educador, contando con el apoyo incondicional de la Subdirección de Tratamiento y la Dirección.

En el Módulo Mixto Nelson Mandela todas las actividades están encaminadas a conseguir una reinserción global. Para ello, la educación tiene un papel fundamental tanto en su sentido académico como en la adquisición de valores y conductas normalizadas. La incorporación de mujeres al mismo ha roto otro cliché infundado sobre la implantación de módulos mixtos y posibles problemas que pudieran generar. La convivencia tan estrecha y de tantas horas entre hombres y mujeres genera un espacio educativo para ambos; el trabajo continuo de los y las profesionales en este sentido, la continua e inmediata corrección de conductas inadecuadas, expresiones machistas, sexistas o racistas generan entre otras cosas empoderamiento para las mujeres y concienciación en los hombres. Aquí se observa que el módulo en sí mismo se convierte en un poderoso espacio educativo que genera en la población reclusa profundos cambios tanto de conducta como de creencias y valores. Asimismo, en el Nelson Mandela se articula una de las mejores medidas para favorecer la relación familia – centro penitenciario – interno/a , y es la celebración del Día de las Familias en donde se permite el acceso de dos visitantes al interior del módulo para que conozcan de primera mano donde conviven sus familiares que cumplen condena en el módulo, se les enseña desde la celda hasta los talleres y se les explica cómo se trabaja la reinserción con ellos/as. Es una actividad que tranquiliza mucho a las familias y que visibiliza el trabajo educativo que se realiza.

Por último, hay que señalar que este tipo de unidades son un claro ejemplo de que la colaboración entre entidades externas y Administración Penitenciaria no hace sino mejorar los resultados en rehabilitación y reinserción. El papel cada vez más activo y protagonista de dichas entidades no solo en la vida cotidiana del módulo, sino en la organización y gestión de programas de tratamiento formando parte como asistentes al Equipo Técnico (con voz pero sin voto), hace barajar la posibilidad de cambiar las reglas que rigen hasta el momento el sistema penitenciario español, abriendo la posibilidad de formar parte en la toma de decisiones penitenciarias de forma directa. Como educador y desde mi punto de vista, la capacidad de valoración y análisis de la conducta penitenciaria por parte de un/a profesional extrapenitenciario que desarrolla su trabajo todos los días en un módulo de este tipo está fuera de toda duda.

  • ¿Puedes señalar algunas condiciones necesarias para conseguir este objetivo?
La principal condición es que la Administración siga apostando por las actuales líneas de tratamiento penitenciario, que consolide y aumente la oferta formativa (echo de menos los ciclos de Formación Profesional en muchos centros), y que continúe apoyando y aumentando si cabe las colaboraciones de las ONG integrándolas formalmente en el sistema penitenciario.

En este siglo XXI, otro reto a asumir por parte de la Secretaría General de IIPP es tratar de mitigar la brecha digital de la población penitenciaria. Habría que dotar a las prisiones españolas de servicios y sistemas que permitan este avance sin menoscabar la seguridad de los centros, los ordenadores empiezan a ser comunes en los módulos de respeto y como parte de la educación, pero es cierto que sin conexión a internet difícilmente podrá superarse dicha brecha digital. Como educador observo que en internos/as de largo recorrido penitenciario es fundamental potenciar el interés por la educación digital para facilitar su reincorporación a la sociedad.

Lo mismo podría decirse de la “brecha ecológica”: conseguir una mayor mentalidad ecológica por parte de la población reclusa y la no reclusa, entre la que me incluyo, debe ser una apuesta de futuro, caminar hacia la sostenibilidad de un centro penitenciario tiene que formar parte de la conciencia educativa que rija en estos tiempos. También seguir aumentando el número de módulos de respeto es fundamental. En cada prisión debería existir un módulo mixto, la segregación por sexos se ha eliminado del sistema educativo hace muchos años y el sistema penitenciario no puede permanecer ajeno a la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres que cumplen condena.

Mejorar la formación y preparación de los trabajadores/as penitenciarios es también una línea a seguir, cabe exigir a la Administración una actualización y capacitación mayor para sus trabajadores. El envejecimiento de gran parte de los funcionarios que llevamos trabajando tantos años obliga a un reciclaje que permita enfrentarse con nuevas herramientas a una realidad distinta a la que conocimos hace años.

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