Los profesionales de la intervención social se encuentran día a día en el desempeño de situaciones en las que los usuarios/as de programas les demandan respuestas y soluciones a sus dificultades con situaciones en las que se hacen “responsables” de sus problemas. Esto suele generar, entre otras cosas, un gran desgaste profesional.

Crear un espacio de reflexión, análisis, intercambio y profundización (no sólo en lo referente a cómo se pueden manejar y gestionar estos retos, sino también en cuanto a las vivencias personales y la autogestión) es una necesidad de primer orden.